sábado, 2 de octubre de 2010

En Belianís

Aparecemos en un artículo que F. Basallote realiza en el periódico digital Belianís.

Adjunto el texto íntegro:

Se percibe, que la poesía española está cambiando, no es una revolución ni un corte brusco, es la silenciosa penetración en el ámbito poético de una joven generación con una definición cronológica e histórica: todos han nacido después de 1975, educados en la democracia y caracterizados por una manera distinta de entender la tarea del poeta , con unas voces que se reconocen en la tradición poética más pura; pero que se acoplan al ritmo del nuevo tiempo, sin actitudes despectivas, antes bien respetuosamente con las poéticas que le precedieron y de algunas de las cuales beben; aunque han buscado en otras raíces, como no podía ser menos en un mundo cada vez más globalizado, descubriendo en sus espejos poéticas ignoradas por muchos de sus antecesores.

Y dentro de este panorama, hay que destacar la irrupción en la poesía sevillana de jóvenes valores, que hacen realidad aquellos versos de Celaya: “la poesía era un arma cargada de futuro”, y en ese futuro entramos de manos de unos jóvenes poetas: Sara Mesa (Madrid 1976). Víctor García Liétor (Jaén, 1981), Saray Pavón (Sevilla, 1984), Martín Lucía (Sevilla, 1976) y Laura Rosal (Jerez de la Frontera, 1988), una reducida muestra de la poesía que bulle por las venas de esta vieja ciudad y que la rejuvenece con su visión actual y de futuro.

En marzo de 2007 le era concedido el Premio Nacional de Poesía “Miguel Hernández”, a Sara Mesa por su obra Este jilguero agenda, obra que el Jurado calificaba “como original, llena de lecturas, de estructura reflexionada y con un título enigmático donde se conjugan naturaleza y tiempo

Si ya en su opera prima Palabras exiliadas, Víctor García Liétor (Jaén, 1981), iniciaba un camino de manifestación de búsqueda, usando el verso no sólo como medio de expresión sino de definición, en Elementales de la Consciencia, incide en esa tarea de fijar claramente sus coordenadas poéticas, a las que llama elementos y en cuya forma conceptual ha debido influir su profesión de geógrafo.

Saray Pavón nos muestra las constantes de la eterna poesía intensamente en Grisicitudes, se patentiza en poemas visuales así como en un lenguaje rico en imágenes de enorme plasticidad. Una opera prima de intensa expresividad y con una poderosa capacidad de emocionar que deslindan ya con certidumbre, el camino de una poesía viva y de calidad.

Los desperfectos, de Martín Lucía es la opera prima de un poeta que llega con este libro después de haber investigado todos los matices del discurso poético en los medios que la tecnología nos ofrece en estos tiempos y de haberlo macerado en su propio jugo poético para ofrecer lo que de ningún modo puede considerarse libro de un primerizo, sino obra entera, madurada, con el sello mayúsculo de la eterna Poesía.

Laura Rosal en También mis ojos enriquece plásticamente su poesía, no sólo con formas sino con el cromatismo de sus poemas y con una gran capacidad sintetizadora se aproxima al impacto instantáneo del haiku y la enorme influencia del color, que demuestra una vez más que poesía y pintura son formas de una misma emoción creadora.

Sus voces representan una emergente poesía con tan alto grado de madurez que demuestra que no se trata de advenedizos sino de serios valores a tener en cuenta.


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